
LA CONVIVENCIA
Uno de los graves problemas que afronta la sociedad colombiana es el resquebrajamiento del tejido social, como consecuencia de las grandes tensiones y desequilibrios generados por la pobreza, la inseguridad y la violencia que azotan al país desde décadas anteriores y que se han incrementado notoriamente en los últimos años. Estos hechos que afectan la convivencia social y el desarrollo humano, hacen necesario diseñar propuestas que incorporen grupos sociales comprometidos con la búsqueda de mecanismos de recuperación y fortalecimiento de las interacciones sociales.
En los últimos años buena parte de los esfuerzos educativos se han volcado en esta dirección: formar a los niños, a los jóvenes y a los adultos para la convivencia. Estamos aún lejos de alcanzar los niveles mínimos que nos permitan constituir una sociedad ordenada; es preciso, por tanto, aumentar los esfuerzos en esta dirección educativa que se abre hacia la formación política y hacia la formación moral.
Todo el mundo quiere plena libertad en todos los campos del comportamiento humano, y se ofrecen modelos de moralidad en nombre de una supuesta libertad. Cuando la fibra moral de una nación se debilita, cuando disminuye el sentido de la responsabilidad personal, entonces queda abierta la puerta a la justificación de la injusticia, a la violencia en todas sus formas y a la manipulación de muchos por parte de pocos.
Uno de los graves problemas que afronta la sociedad colombiana es el resquebrajamiento del tejido social, como consecuencia de las grandes tensiones y desequilibrios generados por la pobreza, la inseguridad y la violencia que azotan al país desde décadas anteriores y que se han incrementado notoriamente en los últimos años. Estos hechos que afectan la convivencia social y el desarrollo humano, hacen necesario diseñar propuestas que incorporen grupos sociales comprometidos con la búsqueda de mecanismos de recuperación y fortalecimiento de las interacciones sociales.
En los últimos años buena parte de los esfuerzos educativos se han volcado en esta dirección: formar a los niños, a los jóvenes y a los adultos para la convivencia. Estamos aún lejos de alcanzar los niveles mínimos que nos permitan constituir una sociedad ordenada; es preciso, por tanto, aumentar los esfuerzos en esta dirección educativa que se abre hacia la formación política y hacia la formación moral.
Todo el mundo quiere plena libertad en todos los campos del comportamiento humano, y se ofrecen modelos de moralidad en nombre de una supuesta libertad. Cuando la fibra moral de una nación se debilita, cuando disminuye el sentido de la responsabilidad personal, entonces queda abierta la puerta a la justificación de la injusticia, a la violencia en todas sus formas y a la manipulación de muchos por parte de pocos.
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